...Le digo que la vida es una futilidad absoluta, que no tiene sentido, es una aberraciòn, un sufrimiento infinito un invento de un No-Dios cuya maldad rebasa la comprensiòn.
viernes, 2 de octubre de 2020
creo que pasan los años y SIGO IGUAL, LO QUE PASA, ES QUE AHORA ME DOY CUENTA
miércoles, 1 de mayo de 2019
Fernando Pessoa / TABAQUERÍA
Retrato (J.L. Roth)
No soy nada. Nunca seré nada. No puedo querer ser nada. A parte de eso, tengo en mí todos los sueños del mundo. Ventanas de mi cuarto, del cuarto de uno de los millones en el mundo que nadie sabe quién es (y de saberse, ¿qué sabrían?), dais al misterio de una calle cruzada constantemente por gente, a una calle inaccesible a todos los pensamientos, real, imposiblemente real, cierta, desconocidamente cierta, con el misterio de las cosas bajo las piedras y los seres, con la muerte manchando de humedad las paredes y blanqueando [los cabellos a los hombres, con el Destino que guía el carro de todo por el camino de nada. Estoy hoy vencido, como si supiese la verdad. Estoy hoy lúcido, como si estuviese a punto de morir, y no tuviese más hermandad con las cosas que la de una despedida, tornándose esta casa y este lado de la calle en el convoy de un tren, y el silbido de su partida desde dentro de mi cabeza, sacudidos mis nervios y chirriantes mis huesos al arrancar. Hoy estoy perplejo, como quien pensó y halló y olvidó. Hoy estoy dividido entre la lealtad que debo a la Tabaquería del otro lado de la calle, como cosa real por fuera, y a la sensación de que todo es sueño, como cosa real por dentro. Fracasé en todo. Como no hice ningún propósito, tal vez todo fuese nada. Con el aprendizaje que me dieron, me descolgué por la ventana trasera de la casa. Fui al campo con grandes propósitos. pero allí sólo encontré yerbas y árboles, y si había gente era igual a la otra. Abandono la ventana, me siento en una silla. ¿En qué he de pensar? ¿Qué sé yo lo que seré, yo, que no sé lo que soy? ¿Ser lo que pienso? ¡Pienso ser tanta cosa! ¡Y hay tantos que piensan ser la misma cosa que no podrán serla [tantos! ¿Genio? En este momento cien mil cerebros se conciben en sueños genios como yo, y la historia no señalará, ¿quién sabe? ni a uno, ni quedará sino estiércol de tantas conquistas futuras. No, no creo en mí. ¡En todos los manicomios hay tantos locos descerebrados con tantas [certezas! Yo, que no tengo ninguna certeza, ¿soy más cierto o menos cierto? No, ni en mí... ¿En cuántas buhardillas y no buhardillas del mundo no están en esta hora genios-para-sí-mismos soñando? ¿Cuántas aspiraciones altas y nobles y lúcidas —sí, verdaderamente altas y nobles y lúcidas—, y quién sabe si realizables, nunca verán la luz del sol real ni llegarán a oídos de nadie? El mundo es de quien nace para conquistarlo y no para quien sueña que puede conquistarlo, aunque tenga razón. He soñado más que cuanto Napoleón hizo. He abrazado contra el pecho hipotético más humanidades que Cristo. Hice filosofías en secreto que ningún Kant escribió. Pero soy, y tal vez seré siempre, el de la buhardilla, aunque no viva en ella; seré siempre el que no nació para eso; seré siempre tan sólo el que tenía cualidades; seré siempre el que esperó que le abriesen la puerta al pie de una [pared sin puerta y cantó la cantiga del Infinito en un gallinero, y escuchó la voz de Dios en un pozo cerrado. ¿Creer en mí? No, ni en nada. Derrámeme la Naturaleza sobre la cabeza ardiente su sol, su lluvia, el viento que me despeina el cabello, y lo demás que venga si viene o tuviera que venir, o no venga. Esclavos cardíacos de las estrellas, conquistamos todo el mundo antes de levantarnos de la cama; pero nos despertamos y él es opaco, nos levantamos y él es ajeno, salimos de la casa y él es la tierra entera, más el sistema solar y la Vía Láctea y lo Indefinido. (Come chocolatinas, pequeña; ¡Come chocolatinas! Mira que no hay más metafísica en el mundo que la de las [chocolatinas. Mira que todas las religiones no enseñan más que la confitería. ¡Come, pequeña sucia, come! ¡Si pudiese yo comer chocolatinas con la misma verdad con que tú [las comes! Mas yo pienso y, al quitarles el papel de plata, que es de hoja de [estaño, arrojo todo al suelo, como arrojé la vida.) Pero al menos queda de la amargura de lo que nunca seré la caligrafía rápida de estos versos, pórtico quebrado hacia lo Imposible. Mas al menos dedico a mí mismo un desprecio sin lágrimas, noble al menos por el gesto de largueza con que arrojo la ropa sucia que soy, sin motivo, para el discurrir de las cosas, y me quedo en casa sin camisa. (Tú que consuelas, que no existes y por eso consuelas, o diosa griega, concebida como estatua con vida, o patricia romana, de improbable nobleza y nefasta, o princesa de trovadores, gentilísima y colorida, o marquesa del siglo dieciocho, escotada y distante, o cocotte célebre del tiempo de nuestros padres, o no sé qué moderno —no concibo bien qué—, todo eso, sea lo que sea, que seas, si puede inspirar ¡qué inspire! Mi corazón es un balde vacío. Como invocan espíritus los que invocan espíritus me invoco a mí mismo y nada encuentro. Me acerco a la ventana y veo la calle con una nitidez absoluta. Veo las tiendas, veo las aceras, veo los coches que pasan veo los entes vivos vestidos que se cruzan, veo los perros que también existen, y todo esto me pesa como una condena al destierro, Y todo esto me es ajeno, como todo.) Viví, estudié, amé y hasta creí, y hoy no hay mendigo al que no envidie sólo por no ser yo. A cada uno miro los andrajos y las llagas y la mentira, y pienso: tal vez nunca vivieses ni estudiases ni amases ni creyeses (porque es posible hacer la realidad de todo eso sin hacer nada [de eso); tal vez hayas existido apenas, como una lagartija a quien cortan [el rabo y es sólo un rabo retorciéndose más acá de la lagartija. Hice de mí lo que no supe, y lo que pude hacer de mí no lo hice. El disfraz que vestí era equivocado. Me tomaron enseguida por quien no era, y no lo desmentí, [y me perdí. Cuando quise arrancarme la máscara, estaba pegada a la cara. Cuando la arrojé y me vi en el espejo, ya había envejecido. Estaba borracho, y no sabía vestir el disfraz que no me había [quitado. Arrojé la mascara y dormí en el vestuario como un perro tolerado por la gerencia por ser inofensivo Y voy a escribir esta historia para probar que soy sublime. Esencia musical de mis versos inútiles, quién pudiera encontrarte como cosa que yo hice, y no quedarme siempre enfrente de la Tabaquería de enfrente, pisoteando la conciencia de estar existiendo, como una alfombra en la que un borracho tropieza o el capacho que los gitanos robaron y no valía nada. Pero el Dueño de la Tabaquería llegó a la puerta y se quedó [en la puerta. Lo miro con la incomodidad de la cabeza vuelta y con la incomodidad del alma que mal entiende. Él morirá y yo moriré. Él dejará el letrero, yo dejaré versos. Un día morirá el letrero también y mis versos también. Después morirá la calle donde estuvo el letrero, y la lengua en que fueron escritos los versos. Morirá después el planeta girante en que todo esto sucedió. En otros satélites de otros sistemas cualquier cosa como gente continuará haciendo cosas como versos y viviendo debajo [de cosas como letreros. Siempre una cosa frente a la otra, siempre una cosa tan inútil como la otra, siempre lo imposible tan estúpido como lo real, siempre el misterio del fondo tan cierto como el sueño del misterio [de la superficie, siempre esto o siempre otra cosa o ni una cosa ni otra. Pero un hombre entró en la Tabaquería (¿para comprar tabaco?), y la realidad plausible cae de repente sobre mí. Me incorporo a medias enérgico, convencido, humano, y voy a intentar escribir estos versos en los que digo lo contrario. Enciendo un cigarro al pensar en escribirlos y saboreo en el cigarro la liberación de todos los pensamientos. Sigo el humo como una ruta propia, y gozo, en un momento sensitivo y adecuado, la liberación de todas las especulaciones y la conciencia de que la metafísica es una consecuencia de estar [mal dispuesto. Después me reclino en la silla y sigo fumando. Hasta que el Destino me lo permita continuaré fumando (Si me casase con la hija de mi lavandera tal vez fuese feliz.) Visto esto, me levanto de la silla. Me acerco a la ventana. El hombre salió de la Tabaquería (¿guarda el cambio en el bolsillo [del pantalón?). Ah, lo conozco: es el Esteves sin metafísica. (El Dueño de la Tabaquería asoma a la puerta.) Como por instinto divino, el Esteves se volvió y me vio. Hizo una señal de adiós, le grité ¡Adiós, Esteves!, y el universo se reconstruye en mí sin ideal ni esperanza, y el Dueño de la [Tabaquería sonríe.
Hay solo cada uno de nosotros, como una cueva No basta con abrir la ventana para ver los campos y el río. No es bastante no ser ciego para ver los árboles y las flores. También es necesario no tener ninguna filosofía. Con filosofía no hay árboles: hay solo ideas. Hay solo cada uno de nosotros, como una cueva. Hay solo una ventana cerrada, y todo el mundo allí afuera; y un sueño de lo que se podría ver si la ventana se abriese, que nunca es lo que se ve cuando se abre la ventana. Alberto Caeiro
miércoles, 3 de abril de 2019
ME TIENES CANTANDO
Me tienes cantando Aunque sea una mala noticia Me tienes cantando La única canción que sé Me tienes cantando Desde quemurió el río Me tienes pensando Dónde podríamos escondernos Me tienes cantando Aunque ya no exista el mundo Me tienes pensando Que me gustaría seguir Me tienes cantando Aunque todo parezca horrible Me tienes cantando El himno del Aleluya Me tienes cantando Como un prisionero en la cárcel Me tienes cantando Como si el perdón fuese a llegar por correo Me tienes deseando Que nuestro amor pueda durar Me tienes pensando Como aquella gente del pasado
Leonard Cohen
viernes, 26 de enero de 2018
La vida es una larga cadena de eslabones desiguales..., unos de oro, otros de bronce, los más de cristales... del frágil cristal de las desilusiones
Rechiflao en mi tristeza, hoy te evoco y veo que has sido en mi pobre vida paria sólo una buena mujer; tu presencia de bacana puso calor en mi nido, fuiste buena, consecuente y yo sé que me has querido como no quisiste a nadie, como no podrás querer. Se dio el juego de remanye cuando vos, pobre percanta, gambeteabas la pobreza en la casa de pensión; hoy sos toda una bacana, la vida te ríe y canta, los morlacos del otario los tirás a la marchanta como juega el gato maula con el mísero ratón. Hoy tenés el mate lleno de infelices ilusiones; te engrupieron los otarios, los amigos, el gavión; la milonga entre magnates con sus locas tentaciones donde triunfan y claudican milongueras pretensiones se te ha entrado muy adentro en el pobre corazón. Nada debo agradecerte, mano a mano hemos quedado, no me importa lo que has hecho, lo que hacés ni lo que harás; los favores recibidos creo habértelos pagado y si alguna deuda chica sin querer se me ha olvidado en la cuenta del otario que tenés se la cargás. Mientras tanto que tus triunfos, pobres triunfos pasajeros, sean una larga fila de riquezas y placer; que el bacán que te acamala tenga pesos duraderos que te abrás en las paradas con cafishios milongueros, y que digan los muchachos: .Es una buena mujer.. Y mañana, cuando seas descolado mueble viejo y no tengas esperanzas en el pobre corazón, si precisás una ayuda, si te hace falta un consejo, acordate de este amigo que ha de jugarse el pellejo p.ayudarte en lo que pueda cuando llegue la ocasión.